El Ejército israelí ha retirado sus tropas de la zona estratégica de Jan Yunis en la Franja de Gaza después de seis meses de ofensiva contra Hamás, en respuesta a un ataque yihadista en el sur de Israel. Durante los últimos cuatro meses, Israel ha llevado a cabo operaciones exitosas en el sur de Gaza, afirmando haber eliminado a “decenas” de terroristas en operaciones masivas que incluyen bombardeos y acciones contra líderes terroristas.
La decisión de retirar las tropas también se atribuye a la presión diplomática, especialmente después del incidente que resultó en la muerte de cooperantes de la ONG del español José Andrés World Central Kitchen (WCK). Esta tragedia ha aumentado la presión sobre el Gobierno de Netanyahu y ha intensificado los llamados internacionales a un alto el fuego en Gaza. Mientras tanto, en Gaza, la situación humanitaria es desesperada. Los residentes esperan un aumento significativo de la ayuda humanitaria, especialmente en el norte para combatir la hambruna y mitigar los efectos devastadores de la larga ofensiva, que ha dejado un rastro de muerte y destrucción.
Retirada, no alto al fuego
El gobierno de Benjamín Netanyahu continúa manteniendo sus objetivos en el terreno con el objetivo de asegurar un corredor estratégico para la brigada Nahal, que permitiría incursiones en el norte y centro de Gaza, bloqueando las comunicaciones entre estas zonas. La retirada de Israel del sur de Gaza, según el ministro de Defensa, fue para preparar un posible asalto a Rafah, sin signos claros de una desescalada. Actualmente, solo queda una brigada israelí en Gaza para asegurar el corredor entre el sur de Israel y la costa gazatí.
Netanyahu afirmó que la victoria está cerca, pero la presión interna aumenta. En este contexto, cinco misiles fueron lanzados desde Jan Yunis hacia comunidades israelíes del sur, que fueron interceptados por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro. No se reportaron víctimas ni daños materiales. Los aliados piden a Israel que evacúe a los civiles antes de cualquier ataque, y la retirada de las tropas podría ser una estrategia para invitar a los palestinos a regresar a la zona antes de una posible operación militar.
Israel prepara una operación en Rafah
El próximo objetivo de Israel en Gaza parece ser una incursión militar en Rafah, ubicada en el sur del enclave y donde residen 1,4 millones de desplazados. Según el Ejército israelí, en Rafah aún se encuentran cuatro batallones de Hamás. Sin embargo, esta acción cuenta con la oposición de Estados Unidos, el principal aliado militar de Israel.
El jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, ha confirmado que “la guerra en Gaza continúa” y que no se detendrá hasta que se logren los objetivos de seguridad. Halevi afirmó que están trabajando para eliminar cualquier presencia operativa de Hamás en la Franja de Gaza. El portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby, sugirió que la retirada de tropas se debió al agotamiento físico tras los prolongados combates en Jan Yunis.
Mientras tanto, en el frente diplomático, el presidente egipcio, Abdelfatah Al Sisi, se reunió con el jefe de la CIA en El Cairo para intensificar los esfuerzos de calmar la situación y detener la escalada militar. También se anunciaron nuevas conversaciones para la liberación de rehenes israelíes en Gaza.
Sin embargo, la decisión de retirar tropas ha generado críticas dentro de Israel. El exministro de Justicia, Gideon Sa’ar, expresó su preocupación por la reducción del tamaño de las fuerzas israelíes en Gaza, argumentando que esto podría alejar el logro de los objetivos de la guerra.
Respuesta internacional
El conflicto en el sur de Gaza ha generado una importante controversia a nivel internacional, especialmente con Estados Unidos expresando desacuerdo con las acciones israelíes. El presidente Joe Biden ha discrepado públicamente con su homólogo israelí respecto a la ofensiva en curso. Asimismo, otros países occidentales también han condenado las acciones israelíes. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución que insta a sus Estados miembros a suspender la venta de armas a Israel y condenar las acciones que podrían constituir una limpieza étnica contra los palestinos.
El líder israelí ha criticado la atención internacional centrada en su país, argumentando que esto fortalece a Hamás y dificulta las negociaciones. Por otro lado, las protestas masivas en Tel Aviv reflejan un descontento interno significativo, con la demanda de un cambio de gobierno y acciones inmediatas para la liberación de los secuestrados en Gaza.
Netanyahu ha reiterado que no habrá alto el fuego sin la liberación de los secuestrados y ha afirmado que la Administración Biden respalda esta posición. Esto refleja un punto de fricción clave en las negociaciones en curso, ya que Israel busca garantías de seguridad antes de considerar cualquier cese al fuego.
Más de 33 000 muertos
Desde el fatídico 7 de octubre, cuando Hamás perpetró un ataque en el que murieron 1 200 israelíes y más de 200 fueron secuestrados en bases militares y comunidades cercanas a la Franja de Gaza, la respuesta del Estado judío ha resultado en la muerte de más de 33 000 personas, incluyendo más de 13 000 niños, según UNICEF.
A lo largo de estos meses, Israel no ha logrado cumplir sus principales objetivos: la liberación de los cautivos y la captura de los líderes de Hamás responsables de los ataques del 7 de octubre. La estrategia israelí de castigo colectivo ha sido criticada por el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, quien denunció el uso del hambre como arma de guerra y la transformación de Gaza en “el mayor cementerio del mundo”.
Los ataques israelíes desde el atentado han cobrado la vida de 33 170 personas y 75 886 heridos. Las presiones internacionales han comenzado a traducirse en pequeñas concesiones, como la apertura de más pasos para la ayuda humanitaria y una retirada parcial de la Franja. Sin embargo, Israel insiste en que no cesará hasta eliminar a Hamás, enfrentándose ahora a más frentes abiertos y aliados menos firmes que hace seis meses.